¡Se acerca el frío! Y lo mejor es adaptarse a las dificultades de esta temporada, preparando el automóvil para enfrentarlas mejor.
A pesar del calentamiento global, los inviernos siguen siendo rigurosos. Las personas y los animales sufren con el frío intenso, pero también los componentes mecánicos y eléctricos de los automóviles. Las baterías, en particular, tiemblan en las mañanas más frías. Por varias razones: si los termómetros están por debajo de cero grados, el generador de energía eléctrica de nuestros autos pierde parte de su capacidad. Si el agua destilada que contiene la batería alcanza temperaturas cercanas al punto de congelación, la eficiencia del componente se reduce a casi la mitad.
Obviamente, lo ideal sería estacionar el automóvil en un garaje para protegerlo del frío, pero para aquellos que no tienen ese privilegio, se recomienda contener el uso de los equipos que consumen más energía eléctrica (conocidos como… consumidores) en el vehículo. El objetivo es restringir su uso cuando no es necesario, especialmente con el motor funcionando en frío.
Aquí hay algunos consejos para aliviar la carga de la batería en mañanas más frías: siempre respetar el tiempo de acción del sistema de precalentamiento de los motores diésel (al encender; esperar a que el símbolo amarillo de la resistencia se apague); evitar hacer trayectos cortos frecuentes, lo cual también ahorra en mecánica y combustible; no forzar el motor antes de alcanzar la temperatura ideal de funcionamiento (10-15 km/5-10 minutos, según la temperatura exterior); verificar regularmente la carga de las baterías más antiguas (con un multímetro); comprobar que ningún cable eléctrico esté dañado (golpes y grietas en la película de plástico que lo envuelve), oxidado o mal conectado; en caso de que la batería se descargue, no insistir demasiado en intentar encenderla, ya que de esta manera se estaría afectando gravemente el motor de arranque.